lunes, 25 de junio de 2012

Historiador cubano analiza emigración árabe a Latinoamérica en la narrativa


Historiador cubano analiza emigración árabe a Latinoamérica en la narrativa

     
Los árabes han emigrado a América Latina desde mediados del siglo XIX. ESPECIAL
  • Casi todos los países del continente fueron destino de los árabes
  • También la chilena Isabel Allende presentó un personaje árabe en su novela ''Eva Luna
MADRID, ESPAÑA (05/JUN/2012).- La emigración que protagonizaron los árabes de Oriente Medio a América Latina desde mediados del siglo XIX dejó una impronta en las sociedades de los países de acogida que tuvo su reflejo en la narrativa de numerosos autores del continente, que abordaron de diversas formas este fenómeno.

Desde grandes nombres como Gabriel García Márquez o Jorge Amado hasta autores con ascendencia árabe como el colombiano Luis Fayad o el chileno Walter Garib, la figura del emigrante levantino árabe "ha estado muy presente" en la literatura latinoamericana, afirma en entrevista con Efe, el historiador cubano Rigoberto Menéndez Paredes.

En su obra "Árabes de cuentos y novelas. El inmigrante árabe en el imaginario narrativo latinoamericano" (Ed. Huerga y Fierro), que se presenta hoy en Casa Árabe en Madrid, Menéndez analiza el tratamiento que las letras latinoamericanas han dado al "turco", el "sirio" o el "moro", como llamaban los locales a estos inmigrantes.

Procedentes en un primer momento de las provincias del Imperio Otomano, estos inmigrantes libaneses, palestinos o sirios, en su mayoría cristianos maronitas y ortodoxos, "fueron llegando en distintas oleadas, en la segunda mitad del XIX, antes de la I Guerra Mundial e inmediatamente después de la II Guerra Mundial", y en el caso de los palestinos también desde la creación de Israel en 1948, afirma el autor.

Casi todos los países del continente fueron destino de los árabes que "eran recibidos con los brazos abiertos, aunque en algunos casos, como Chile o Colombia, el proceso fue más traumático", pero Menéndez destaca, como un rasgo común de esta inmigración, "la adaptación e integración modélicas".

Entre los grandes autores latinoamericanos, el inmigrante árabe "es un tema muy recurrente en las novelas de García Márquez", que inserta personajes de este origen en "La mala hora" o "El coronel no tiene quien le escriba", explica el investigador.

El caso de "Cien años de soledad" es muy curioso -agrega Menéndez- porque "esa comunidad árabe va surgiendo, va evolucionando y va decayendo junto con el mismo pueblo mítico de García Márquez, Macondo", pero aún se trata de una caracterización colectiva.

En "Crónica de una muerte anunciada" el protagonista, Santiago Nasar, ya es árabe, un cristiano maronita, y aunque el tema no es la emigración, sino el del honor, él convierte al personaje central en un árabe".

En Brasil, dos de las novelas de Jorge Amado tienen a árabes como protagonistas: "Gabriela, clavo y canela" y "De cómo los turcos descubrieron América".

Si la primera trata de los amores entre el sirio Nacib y la mulata Gabriela, en la segunda "hay 14 personajes de origen árabe y Amado se extiende más aún en caracterizar a la comunidad, es la novela por excelencia de la emigración árabe", afirma el historiador cubano.

También la chilena Isabel Allende presentó un personaje árabe en su novela "Eva Luna", donde Riad Halabi es "el personaje benefactor, un hombre que no tiene defectos -excepto el físico del labio leporino- es el conciliador del pueblo, el mediador, el que ayuda".

"Es un personaje totalmente positivo, y es que, en general, a los inmigrantes árabes se les presenta así en la narrativa latinoamericana, hay muy pocos casos en que se le trata de una forma más despectiva", afirma.

En Argentina, son Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, en una colaboración literaria, quienes abordan el tema árabe "de una forma episódica y rápida en un cuento policial, "Doce figuras del mundo", que firman con el seudónimo de Honorio Bustos Domecq.

"Lo curioso es que se aborda una comunidad muy poco conocida, los drusos de Líbano, que tienen un sentido un poco esotérico en sus ritos, y el cuento trata de un asesinato que se produce en una cofradía drusa en un pueblo argentino".

En cuanto a Cuba, Menéndez constata que "el tratamiento del personaje árabe ha sido muy escaso", y entre las causas cita que "la asimilación fue tal que los grandes novelistas cubanos como Alejo Carpentier, por ejemplo, no se decidieron a abordar el tema".

En ese paso fugaz del personaje árabe por la narrativa cubana, el escritor Anton Arrufat, de origen sirio, habla de un personaje sirio-libanés en apenas dos páginas.

En su libro, Menéndez se detiene también en el análisis de varios autores de origen árabe, como el chileno Walter Garib, cuya obra "refleja muy bien lo traumático que fue la emigración en Chile".

Y el colombiano Luis Fayad "también deja ver los problemas que tuvieron en un principio los árabes que llegaron a Colombia".

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