lunes, 25 de junio de 2012

México: Paz, Monsiváis y el #yosoy132


México: Paz, Monsiváis y el #yosoy132 Destacado

por J. Fernando García Arellano
Lunes, 25 de Junio de 2012 21:55
Compartir redes sociales
Vota este articulo
(0 votos)
  • tamaño fuente reducir tamaño fuente aumentar tamaño fuente 
  •  
México: Paz, Monsiváis y el #yosoy132
Vamos quienes ya nos cansamos de quejarnos y pensamos que actuar, de manera pacífica, es necesario.

El movimiento estudiantil ha desatado otra clase de movimientos. No alcanzamos a distinguir los engranajes ni su acomodo dentro de la sociedad y será labor de futuras investigaciones el determinar cuánto alcanzó a remover lo iniciado en la plancha del Zócalo capitalino con una rechifla contra una manta que se colocó en un pequeño balcón de las oficinas de la asamblea legislativa. La manta mostraba una imagen del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI): Enrique Peña Nieto; el pueblo, congregado para recibir al cantante británico Paul McCartney indicó, a una sola voz, su desprecio al candidato. La manta fue retirada pero la aversión popular, no. 
En la Universidad Iberoamericana encontramos otra muestra singular de repudio ante el candidato del PRI, los universitarios protestan ante las palabras del presidenciable cuando éste indica que el operativo en Atenco fue en pleno ejercicio del Estado de Derecho (signifique lo que signifique en un contexto de depravación jurídica) y como vía para garantizar la paz en la región. Se le grita asesino, cobarde y las groserías no faltan. Unas horas después se les acusa de porros, de revoltosos. Al día siguiente muchos “periodistas” al servicio del Partido (que se perfila a ser el Partido oficial) denuncian las acciones de los jóvenes, inclusive el columnista (y calumniador) Armando Fuentes Aguirre, en su máscara de “Catón” denuncia la barbarie cometida contra su admirado Peña Nieto; se indigna ante el uso de groserías contra el candidato. Bien indica Octavio Paz en El Laberinto de la soledad: “Son las malas palabras, único lenguaje vivo en un mundo de vocablos anémicos. La poesía al alcance de todos. (…) Conocerla, usarla, arrojándola al aire como un juguete vistoso o haciéndola vibrar como un arma afilada, es una manera de afirmar nuestra mexicanidad.” Lo primero que retomó el movimiento estudiantil es el uso del lenguaje para impactar, ya la censura no basta porque dejó de existir y es momento de volver a armar, palabra por palabra, la vida del pueblo en resistencia. Los gobiernos anteriores deterioraron el sentido de las “malas palabras”, convirtieron en cotidianeidad aquello que otrora servía para defendernos. Los políticos tendrán sus medios de comunicación, prostitutas al servicio de intereses financieros, y nosotros tenemos la libertad del idioma.
Ante la alerta de ser considerados delincuentes por decir la verdad (ahora sí aplica la “puritita verdad” que es síntoma de que siempre mentimos pero esta vez no) los estudiantes de la Ibero, 131 en total, decidieron salir en un video con credencial en mano y voz firme: “No soy porro ni acarreado”. Un golpe diplomático a las estructuras de poder mediático que no tuvieron más remedio que aceptar la realidad: los seres del entretenimiento (incluidos noticieros, con todo y corbata como signo visible de la seriedad y el profesionalismo) son inferiores frente al pueblo que, ilustrado, no compra o adquiere las mentiras impuestas. Segunda victoria del movimiento y exigencia primordial: democratización de los medios. Es decir, transparencia y no servilismos informativos que tanto ensalzan a las figuras más reprochables de nuestra vida nacional.
Señala el Mtro. Carlos Monsiváis en  Imágenes de la tradición viva: “La gran tradición televisiva es el olvido. Imagen eres y en sombra del control remoto te convertirás”.  Hemos retado como universitarios esa tradición, la actitud de ser nada frente a la pantalla. Ahora sí, la gestión de una fuerza social tendría que promover un cambio en las multitudes apáticas. En el movimiento #Yosoy132 se sintetiza el interés de un pueblo dispuesto a despertar pero confundido sobre cómo levantarse.
Se convoca a la primera manifestación y la respuesta es asombrosa. Vamos quienes ya nos cansamos de quejarnos y pensamos que actuar, de manera pacífica, es necesario. ¿Marchar? ¿Para qué? Muchos apáticos se convierten en los primeros opositores al movimiento. Piensan que Sicilia no logró nada con marchar, que las anteriores marchas por la paz solamente nos han dejado más violencia. Pero esta marcha es diferente porque se vuelve una fiesta. Indica Monsiváis, en Parte de Guerra. Tlatelolco 1968,que “las marchas son exploraciones de la ciudad, exhibiciones de fuerza numérica, concursos discretos entre escuelas y facultades de récords de ausencia, prácticas políticas que se expresan como teatro de masas.(…)Los estudiantes inauguran el diálogo consigo mismos (el reparto de lo colectivo en lo individual).” Justamente a esto se refiere el movimiento cuando se autodenomina “Yosoy132”, no permite un título amable como un “nosotros”, es la encarnación de la lucha personal, del hartazgo de uno que es el mismo sentir en muchos, en otros. Estas manifestaciones nos unifican para retomar lo nuestro, exhibimos la fuerza de la verdadera democracia y no se detiene la creatividad, los versos urbanos como excedentes de una larga tradición barroca nos fundamentan. El ingenio para las consignas, pancartas, cajas de cartón colocadas como máscaras emulando una televisión, caricaturas, todo el arte superviviente a los formalismos, estalla como expresión de lucha y sobre todo, de resistencia.
Si Carlos Monsiváis viviera posiblemente sería un crítico estupendo del movimiento estudiantil. Ya lo viéramos marchar con un cartelón ingenioso denotando la ignorancia de Peña Nieto. Contaría sus hazañas de cuando líder estudiantil en el 68 en cuanto encuentro fuera posible y lo haría de la forma más divertida para advertirnos del peor de los riesgos: convertirnos en burocracia. Si Octavio Paz viviera, seguramente se mantendría al margen, daría algunas palabras a la prensa que  preguntara sobre el 132. Muy en el fondo se sentiría orgulloso, como él cuando dejó todo por irse a Yucatán para fundar escuelas para los hijos de los campesinos.
Lamentablemente ni Monsiváis ni Paz viven, sus letras son vestigio del México que todavía podemos construir. Honrar su memoria es luchar por la libertad. Desde las letras, protestas o hasta en arduas (e infinitas) asambleas, construimos el presente que se resiste a caer en las garras del conformismo, de la mediocridad. Sin saberlo, los universitarios estamos forjando un México distinto pero más parecido al territorio de quienes nos soñaban libres.
Ultima modificacion el Lunes, 25 de Junio de 2012 22:08

No hay comentarios:

Publicar un comentario